¿Cuál es el futuro empresarial?

¿Cuál es el futuro empresarial?

Una de las principales preocupaciones de las empresas ha sido el encontrar las formas de alistarse para el futuro. Un rápido análisis de los retos empresariales de las últimas décadas ayudará a vislumbrar la relevancia de contar con especialistas para este trabajo de máxima trascendencia.

Preparándose siempre para el futuro

Las maneras de hacer consultoría en el futuro no tendrán los mismos formatos de hoy. Hagamos un poco de historia.

Productividad

Hace 60 años era la producción el eje de la actividad empresarial, absorbiendo cosechas enteras de ingenieros. Recordemos los “métodos y tiempos”, enfocados en incrementar la productividad, de ese futuro.

Ventas

50 años atrás había que vender lo que se fabricaba, pasando la hegemonía a los “comerciales” (ingenieros, economistas, abogados o trapecistas). Germinan las primeras técnicas de venta porque, para pensar en el futuro, era necesario vender más.

Líderes

Desde hace 40 años hay que fabricar lo que se vende, se inician las reconversiones y se impone la necesidad de cambiar la forma de mandar y dirigir, con la rápida sustitución de las áreas de personal por las de recursos humanos. Son momentos de gloria para los sicólogos, para el futuro por venir, hacían falta buenos directivos.

Eficiencia

Con estos antecedentes, y por lógica, en los pasados años 80 quedaba pendiente la asignatura de administrar tanto recurso ineficaz: surgen los “financieros”.

Sistemas

Con la sociedad de la información del fin de milenio, emergen los “tecnólogos” y quien no encuentre la tecla enter está perdido. Emergen las soluciones tecnológicas para incrementar la rentabilidad, del presente y del futuro. Hoy tenemos la integración de sistemas para mejorar la eficacia.

Con un desfase constante de varios años, las consultoras han nacido para curar, en el futuro, las

enfermedades empresariales creadas en su respectiva década anterior.

¿Cómo será el futuro?

En las sucesivas etapas, la presencia del asesor externo ha crecido de forma exponencial hasta generar hoy una oferta superior a la demanda. En poco tiempo hemos pasado de una situación en la que era raro no tener algún consultor dentro de la empresa, a la realidad actual en la que la presencia de consultores externos es prácticamente inevitable.

Un ejemplo sencillo

Cualquier ayudante de un médico dentista ve diariamente muchas caries y podría explicar, con los ojos cerrados, el material que usa en cada momento el doctor. Sin embargo, ninguno de nosotros permitiría que ese ayudante le suplantase trabajando en nuestra dentadura.

Sorprendentemente, el mismo empresario que gritaría aterrado al ver acercarse con las tenazas en la mano al ayudante del médico dentista, acepta encantado el asesoramiento de consultores que, no habiendo visto jamás a un cliente, ni habiendo hecho una venta en su vida, ni (lo que todavía es peor) habiéndola querido hacer jamás, han sido contratados para aportar soluciones en materias relacionadas con sus resultados comerciales del futuro.

Siendo esto grave, ya sería una locura que ese mismo empresario entrase en el quirófano de cirugía maxilofacial acompañado por el ayudante anterior, que todavía sostiene en sus manos las tenazas del dentista y se dispone a utilizarlas para extirparle un tumor ¡diagnosticado por él!

 

Esta dramática situación se da todos los días en la consultoría. Para asesorar hacen falta conocimientos, habilidades, experiencia, visión de futuro y actitudes de rango superior. Son imprescindibles herramientas sofisticadas y, además, hay que saber usarlas.

Categorías de consultoras

Si hacemos una lista de las consultoras que operan (por lo de las tenazas) en el mercado, podemos agruparlas en función del valor que aportan en cuatro grupos.

Globales

En primer lugar, están las grandes consultoras globales que todos tenemos en mente. Pueden trabajar en temas estratégicos (de futuro), y al mismo tiempo, con una gran corporación y con su máximo competidor. A nadie le importa demasiado.

Esto sucede porque venden la seguridad que da saber que tienen y seguirán teniendo una presencia global. Gozan de gran reputación y sus recursos humanos, técnicos y materiales son de la máxima calidad.

Si a eso le unimos una experiencia probada en diversas materias, anticipándose al futuro, en los mercados más importantes y con las mayores corporaciones del globo, tenemos su retrato completo. Da mucha tranquilidad que nadie haga reproches por su contratación ni por el importe de sus facturas, pero ese es otro tema.

Internacionales

En segundo lugar, vienen las consultoras internacionales. La mayoría han nacido al socaire de una gran corporación y con futuro definido; unas veces para exportar sus procedimientos y formas de hacer allende los mares, en otras para actuar a modo de comisarios políticos en sus “colonias” y, en algunos casos, para catequizar.

 

Lo anterior explica su nacimiento, pero la razón de su desarrollo hay que buscarla en sus vinculaciones con los poderes fácticos locales y en la ayuda que encuentran en sus representaciones diplomáticas.

 

Su contribución esencial a la Empresa que las contrata es, unas veces, avalar decisiones ya tomadas, acercando el futuro, y, en otras ocasiones, realizar bellas presentaciones en PowerPoint del conjunto de ideas recogidas entre los directivos del cliente, en caras y largas sesiones con grupos de trabajo, sobre la mejor forma de actuar. Al final suele quedar una pregunta en el aire: ¿cómo vamos a hacer todo esto? Eso ya es más difícil de contestar.

Tecnológicas

En tercer lugar, están las consultoras tecnológicas que aportan soluciones cada día más avanzadas (futuro). Hay mucha gente interesada en presentar los sistemas de información como la panacea. Negar su importancia sería estúpido, pero conviene no olvidar que siempre estarán al servicio de personas, no al revés.

Y para eso, antes hay que lograr que la gente sea capaz de verles utilidad personal (en el presente y en el futuro), que los procesos de trabajo sean los adecuados y que las personas quieran seguirlos. En definitiva, para que la Empresa pueda integrar los sistemas de información y de comunicaciones, obteniendo de ellos la máxima eficacia, es necesaria la ayuda del consultor (no de sistemas, sino consultor a secas: alguien capaz de aportar dirección estratégica). Y aquí aparece el eslabón más débil de la cadena.

El resultado final que algunas veces se obtiene es similar a la calidad del sonido de una grabación técnicamente perfecta, realizada a la banda de música de mi pueblo (cuyos integrantes podríamos asociar a músicos), que interpreta (según el gusto del director) la novena de Beethoven. Incluyendo los coros, ¡faltaría más! La partitura original viene de Alemania, pero el director de la banda trabaja durante la semana como ayudante del médico dentista.

Cualquier adaptación de la herramienta a las características y peculiaridades de la Empresa, de su mercado y de su estructura, de su presente y futuro, encontrará siempre a un consultor dispuesto a hacer los ajustes que hagan falta. Para eso lleva consigo todo el instrumental necesario: sus tenazas.

En cuarto y último lugar, las consultoras locales: cientos, más todos los free-lance: miles; que crecieron precipitadamente durante la pandemia y que lo seguirán haciendo en el futuro. Pueden ser generalistas, que lo mismo hacen la selección de secretarias que un plan estratégico; pueden ser especializadas o pueden ser ambas cosas, pues tienen la necesidad de facturar como cualquier otra Empresa.

 

Suelen contar desde su nacimiento con el apoyo y protección de alguna base de poder local. Las Pymes buscan en ellas todas las cualidades de los dos grupos anteriores, para bien y para mal. Su calidad es la de su líder y uno puede encontrar de todo.

 

Si llevan años en el mercado es porque lo hacen bien, de eso no hay duda. Porque si hay alguna actividad sometida a las leyes de la selección natural en su mercado, esa es la de este grupo de consultoras. Merecen todo el respeto, sobre todo por su ninguneo desde los tres grupos anteriores. Hay muchas razones para augurarles un buen futuro.

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Para eso hace falta gente muy especial que no deja indiferente a nadie: los consultores.

 

La consultoría ha sido, es y será una actividad profesional (de futuro) que, por su naturaleza, lleva implícita la necesidad de aportar un valor que reside en personas de muy variada procedencia, experiencia y cualificación; sin posibilidad de regulación ni control, más allá de los mecanismos propios de cada consultora.

por: Miguel Redondo | José Lati

Director General de Krea internacional

La ventaja competitiva que sí garantiza el éxito a futuro de una empresa es la basada en el cómo vende su organización comercial, las tradicionales y tan difíciles de conseguir ya no son suficientes.

¿Cómo es un buen consultor?

¿Cómo es un buen consultor?

Prácticamente todas las empresas cuentan con un consultor o varios.

Por lo cual, surge la pregunta: ¿Cuál debiera ser el perfil de un buen consultor?

El consultor se enfrenta a una gran paradoja: en la Empresa, las personas que tienen la responsabilidad directa de mejorar una determinada eficacia representan normalmente, el mayor obstáculo para lograrla.

El pirómano suele ser el que llama a los bomberos para que extingan el fuego por él provocado. Y cuando llegan, contratados por el empresario, este suele poner al pirómano al mando de la brigada.

La torre de Babel en la que conviven empresas de consultoría, empresarios, consultores y directivos, produce situaciones divertidas. Parece como si todos fuesen inquilinos de la torre. Hablando, por supuesto, diferente idioma, aunque utilicen los mismos términos: excelencia, cambio, calidad, eficacia, y todos los tópicos.

Mientras que sólo un químico se atrevería a hablar de saponificación, cualquiera pontifica sobre sistemas, procesos, productividad, personas, vender, organización, dirección y mercado. Hay quien cree tener todos los datos, confirmando que la ignorancia es muy atrevida.

Como consecuencia hay enorme confusión sobre el consultor y la consultoría, que dificulta analizar situaciones, complica identificar problemas y termina en la toma de decisiones erróneas respecto aspectos críticos de la Empresa.

¿Cuáles son los valores de todo buen consultor?

Para ser consultor hacen falta tres cosas:
Inteligencia, Honestidad y Capacidad de Trabajo.

Inteligencia para aprender continuamente de los clientes (se da al cliente mucho menos de lo que se recibe de él: habría que pagar, no cobrar).

Honestidad, para saber decir “no” al cliente en múltiples ocasiones y circunstancias (gracias a la independencia y libertad de criterio, básicos para la credibilidad).

Capacidad de trabajo, para cumplir compromisos en tiempo y forma (los tiempos no son propios, sino del cliente).

¿Dónde encontrar el mejor consultor?

Seguramente al frente de su empresa de consultoría. O porque la fundó o porque ha ido escalando posiciones en su antigua empresa que se ha visto obligada a restablecer continuamente el equilibrio entre su creciente influencia y la autoridad que tenía conferida.

Esa influencia la adquiere la persona ante clientes especialmente importantes, lo que lleva a que también la tenga internamente. Cuando la Empresa comete el error de no reconocerlo, nace un nuevo emprendedor (o un socio-director en la competencia). Aquí se cierra el círculo y funda una nueva consultora, a veces con la complicidad del cliente.

Algunas interrogantes

¿De dónde vienen los consultores? De todas partes ¿jóvenes o viejos?, ¿generalistas o especialistas?, ¿estratégicos o de sistemas?, ¿con qué perfil? En definitiva, ¿Cuáles son los malos o cuáles los buenos?

¿Jóvenes o viejos?

La edad no es un factor clave, pero sí la experiencia. Un consultor sin experiencia es como un pianista manco. No estoy diciendo que el consultor esté para trasladar a otros sus propias experiencias (malas, con mucha frecuencia) sino que debe ser capaz de alcanzar una buena comprensión de la situación general del cliente.

La madurez del consultor es la única garantía de que no sea necesario explicarle ciertas cosas básicas. Sin credibilidad personal no hay consultor. Si pertenece a una gran consultora, la credibilidad es de ella, en principio (no de él). Si el consultor procede de una gran empresa, su experiencia puede estar contaminada en origen.


¿Generalistas o especialistas?

Consultores generalistas, no gracias. No hay especialistas sin una gran experiencia en el ejercicio de su especialidad. Esos consultores juniors de la gran consultora, que valen para arreglar tanto “un roto como un descosido” no son consultores, son jóvenes promesas.

La consultoría es para curar enfermedades empresariales y requiere de especialistas.

Hay magníficos empresarios con su consultora épsilon (pequeña y despreciada) desarrollando extraordinarios trabajos. He visto consultores independientes, casi sin estructura organizativa, aportar un gran valor a sus clientes.

¿Estratégicos o de sistemas?

En la consultoría estratégica se encuentran las más pintorescas procedencias de los consultores. Actividad reservada para las más renombradas consultoras, cobijan en su seno a consultores que, por su brillantez personal, podrían haber inventado cualquier actividad de consultoría.

Algunos apellidos ilustres, que no pueden trabajar en cualquier cosa, encuentran su lugar en las consultoras “de firma”. No son consultores genuinos, pero ni falta que hace. Sus atractivos personales y sociales cumplen una función muy importante para la consultora y para la empresa cliente.

Hay que dedicar un tratamiento especial a los consultores de sistemas, por su proliferación actual derivada de la entrada en la era de la información y de las comunicaciones. Son expertos que proceden de un determinado entorno de sistemas, por lo que suelen venir ya tonsurados.

Unos como sacerdotes de ciertos fabricantes, otros como clérigos de unas tecnologías y otros están sometidos a los votos de la consultora tecnológica que les ofrece un desarrollo profesional permanente (que es su objetivo personal) en el campo de la consultoría. Muy pocos son laicos.

¿Cuáles son los malos o cuáles los buenos?

Las áreas de recursos humanos son una cantera inagotable. En ellas residen multitud de formadores, sicólogos y sociólogos, acostumbrados a manejar intangibles como la comunicación, el trabajo en equipo, la motivación, los estilos de dirección, el clima laboral, las retribuciones, y las flores y todos los pájaros de colores.

Cada vez que oigo a alguien afirmar que el activo más importante de una Empresa son sus hombres y mujeres, me pongo muy nervioso. Suena muy bonito, pero no es cierto. Será el más difícil de “eficientar”, pero lo más importante para la Empresa son sus clientes.

Sin ellos sobran todos los recursos, incluidos los humanos. Y teniendo clientes cautivos, yo preferiría subcontratar el máximo de recursos (empezando por los humanos). Debe haber más gente que piensa como yo, a juzgar por el crecimiento espectacular de los servicios especializados de personal.

¿Con qué perfil?

Un aspecto que observar para predecir el valor que aportará el consultor es el sentido en que avanza su carrera. Muchos consultores llegan a la consultoría para, sirviéndose de ella, acceder a posiciones ejecutivas dentro de algún cliente. Vamos, algo así como estar haciendo un re-master. ¿Ha revisado el número de ejecutivos que conoce con un reciente pasado como consultores?

Mientras están en la consultoría son un grave peligro por su dudosa credibilidad ya que ni son independientes ni tienen libertad de criterio. No harán lo más conveniente para el cliente ni para la consultora, sino lo más adecuado para sus intereses personales. Están de paso en la consultoría. Malo.

Sin embargo, hay otros que llegan a la consultoría, para permanecer y crecer en ella, desde posiciones ejecutivas en su anterior empresa. Son los consultores ideales. La figura del socio-director en el mundo de la consultoría es muy engañosa. Se trata de socios que actúan como directivos, cuando se habla del dinero propio, y de directivos que actúan como socios, cuando se trata del dinero ajeno.

¿Qué debo observar?

Podríamos resumir que hay una gran cantidad de consultores que lo son porque no les queda más remedio. No hay nada negativo en ello y pueden aportar un gran valor. Pero hay otra importante cifra de consultores que lo son por moda, capricho o desorientación, hasta que encuentren otra cosa mejor que hacer: cuidado con ellos.

Si tenemos en cuenta que todo el saber de las consultoras procede de sus clientes, conocer las fuentes en las que ha bebido el consultor, las filosofías con las que ha comulgado, los mercados en los que ha aprendido y la opinión de los últimos clientes con los que ha colaborado (y de los clientes respecto a él), es muy aconsejable. Ahí están las respuestas a todas sus dudas, señor empresario.

En la consultoría el tamaño no importa, sí la inteligencia.

por: Miguel Redondo | José Lati

Director General de Krea internacional

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¿Qué oportunidades tenemos ante la nueva normalidad?

¿Qué oportunidades tenemos ante la nueva normalidad?

Las principales oportunidades para salir victorioso ante la crisis actual consisten en encontrar las vías para mejorar la eficacia individual y organizacional en cualquier área de conocimiento, pero especialmente en el ámbito comercial.

Vivimos una situación de crisis, de cambio, de oportunidades. Volatilidad, efectos dominó, especulación financiera, perfiles de riesgo desconocidos, derivados, coberturas en descubierto, depreciación financiera y revalorización de materias primas, brotes verdes y desaceleración, inflación y deflación, inversiones estructuradas, etc. Estas acepciones condicionarán nuestra vida para siempre.

 

El problema no es saber que todo va a cambiar,
sino no saber en qué forma lo hará.

¿Cuál es el dilema?

Aunque no sepamos qué significan, nosotros significamos mucho para ellas. Las personas y las empresas seguirán naciendo, creciendo, reproduciéndose y muriendo. Oportunidades sí, como siempre, pero de distinta forma. Mientras la clase empresarial sufre el impacto de la crisis en la economía real, las personas sentimos incertidumbre e inseguridad.

¿Hacia dónde orientar mi esfuerzo, encaminar mis pasos e invertir mi tiempo?

Si los analistas sólo aciertan cuando predicen el pasado, si la banca debe reinventarse, si las empresas están asfixiadas y, además, la información sobre todo ello es masiva, detallada y en tiempo real, podemos hablar con cierta propiedad de confusión, de incertidumbre y de oportunidades.

¿Cómo era antes?

Las oportunidades van a seguir existiendo. Para las empresas y para las personas, pero asistemáticas. Las respuestas a las preguntas sobre qué hacer, con quién, cuándo, cuánto y cómo, serán distintas a las conocidas hasta ahora.

 

Existe la creencia equivocada de que el Sistema daba las respuestas acertadas, por sí mismo, cuando en la realidad siempre han sido la reflexión y el análisis personal, realizados con pensamiento creativo y saliéndose del marco establecido, los que han permitido aprovechar las oportunidades.

 

midiendo la eficacia comercial de la empresa

Algunas cosas permanecerán prácticamente igual

El éxito de unos será el fracaso de otros. Al final, suma cero. Como siempre. En esto no va a cambiar nada. Pero como las probabilidades de fracaso van a aumentar para la mayoría, habrá una minoría cada vez menos numerosa que aprovechará las oportunidades de éxito como nunca lo hizo antes.

 

Las desigualdades van a acentuarse, no hay duda. La pobreza se extenderá, haciendo creer a algunos que viven en una sociedad más igualitaria, mientras las verdaderas diferencias se ocultarán con cuidado. La ostentación en público tiene poco futuro, pero en los círculos privados será máxima.

 

Tampoco van a cambiar las ventajas para los que se encuentren cerca del poder, próximos a sus fuentes. Al final, casi todo el mundo tiene acceso a la información, sí, pero unos antes que otros. No hablo de información privilegiada y, por lo tanto, ilegal. Me refiero al conocimiento, mucho más importante que la información.

Sólo unos pocos serán capaces de transformar la información en conocimiento: los que tengan las claves para “desencriptarla”.

La eficacia como fuente de oportunidades

Yo quiero correr los 100 metros lisos con Usain Bolt, pero saliendo 10 segundos antes. ¿Quién cree Ud. que ganará? Estará más restringida la participación en este tipo de carreras, pero no tenga duda de estas oportunidades existirán. En Forbes sólo aparecerá la instantánea del ganador cortando la cinta de llegada.

¿Cuál es la clave?

No será la búsqueda del negocio la que lleve al éxito, sino encontrar el negocio que puede generar negocio para otros. Ya no bastará con aprovechar las oportunidades, habrá que crearlas de forma proactiva.

⮞ La importancia de la competitividad individual superará todos los tópicos del trabajo en equipo, haciendo que prevalezca la supremacía creciente de la influencia sobre la autoridad.

⮞Los resultados de negocio se integrarán en los cambios y avances sociales.

⮞Las formas tradicionales de trabajar están próximas a desaparecer.

⮞No va a ser necesario moverse mucho, sólo hará falta estar en el momento justo, en el lugar adecuado, con las personas convenientes y trasladando el mensaje preciso.

⮞El empresario hiperactivo no tiene futuro, sólo necesita una computadora personal.

⮞En este contexto las habilidades estratégicas serán decisivas.

⮞Y, por encima de todo ello, una capacidad de adaptarse al entorno cambiante basada en querer hacerlo.

¿Cuáles son las oportunidades para las empresas?

En este sentido, con la excusa de reducir costos, ciertas actividades se pondrán en manos de quien lo sabe hacer mejor y pueda aprovechar las oportunidades. Ya hace tiempo que algunas empresas han tomado la senda de la “externalización”, pero queda por recorrer un camino mucho más largo.

El asesoramiento legal y fiscal, la logística, los sistemas de información y ciertas áreas de la gestión de personas, entre otros muchos, ya se ponen en manos externas a la Empresa. Todavía cuesta admitir que vaya a hacerse lo mismo con otras actividades más próximas al corazón del negocio, como la facturación y el cobro, pero todo se andará.

Si la eficacia para aprovechar las oportunidades no se logra internamente, se comprará externamente. Lo último que se externalizará serán los clientes, pero eso se llama de otra forma: perder cuota de mercado.

Que nadie espere encontrar fácil colocación en una gran Empresa, pues serán éstas las que primero externalizarán todo lo que sea posible y convenga poner en otras manos para la mejora de sus resultados de negocio. Más vale que busque trabajo en una Empresa proveedora de servicios. Puede ser pequeña o mediana, pero mañana será grande si vende calidad.

Todavía mejor para Ud. si se convierte en el emprendedor que la pone en marcha. Es un ejemplo de que van a presentarse grandes oportunidades.

 

Todo cambiará,
pero las bases del éxito y del progreso personal y empresarial, no.
Afortunadamente.

Servicios y Soluciones

En el mercado empresarial estallarán mil formas nuevas de prestar servicios. ¿Cuáles oportunidades? Basta con que analice las ineficacias existentes hoy.

Hasta Einstein, podíamos decir que nada se crea ni se destruye, que tan sólo se transforma.

Gracias a él hoy sabemos que también juega una variable más: el tiempo. O, si lo prefiere, la velocidad del cambio.

por: Miguel Redondo | José Lati

Director General de Krea internacional

La ventaja competitiva que sí garantiza el éxito a futuro de una empresa es la basada en el cómo vende su organización comercial, las tradicionales y tan difíciles de conseguir ya no son suficientes.

¿Qué posición conviene ocupar ante el cambio?

¿Qué posición conviene ocupar ante el cambio?

La mejor forma de salir victorioso en un proceso de cambio consiste en formar parte de él, ayudando a derribar las barreras que opondrán una resistencia extraordinaria. Se trata de la vía elemental para conservar y fortalecer la posición competitiva de su organización en el mercado.

La reflexión que deseo compartir es, justamente, que la inmensa mayoría de las veces que el cambio se propone tiene como fin último, para algunos, precisamente el contrario: su inmutabilidad. Si logro convencerle, comprenderá que la mejor forma de mantener la propia seguridad es precisamente “ponerse al frente de la manifestación”, colocándose muy cerca de quien lidera el cambio.

 

Sólo los que se opongan al cambio serán los que verán amenazado su futuro.

¿Cuál es nuestra reacción habitual ante el cambio?

La palabra cambio está omnipresente en la vida empresarial de hoy. Sin embargo, pocas veces refleja su verdadero sentido en su aplicación real. Desde los giros de 360º para que todo siga igual, hasta los de 180º para que los soldados continúen avanzando valientemente. Todo es cambio. Y si algo provoca el cambio es inseguridad. Pregúntenle a Alvin Toffler. Pero el ser humano tiene el impulso de satisfacer sus necesidades de seguridad, con prioridad sobre cualesquiera otras que no sean las básicas u homeostáticas.

Salvo “cisnes negros”: acontecimientos imprevisibles, de gran impacto (léase 11 de setiembre) que sólo después de suceder se explican, pero evitando pronunciar la palabra azar (tal y como es descrito por Nassim Nicholas Taleb en su genial libro del mismo título), las demás situaciones de cambio producidas por el ser humano llevan dentro la dosis justa del antídoto para sus líderes.

En las personas

Repasemos el cambio habitual, presente en la vida de las personas, a modo de prueba del algodón. Muchas personas cambian de estado, algunas de pareja y otras, con menos frecuencia, de opinión. En todos los casos para mantener la identidad. La necesidad de cambiar de amigos, de casa, de costumbres cotidianas o el colegio de los niños, responde casi siempre a la satisfacción de una necesidad de seguridad (relaciones sociales, calidad de vida o educación de los hijos).

equipo de trabajo

En las empresas

Hay múltiples procesos de cambio en marcha en el seno de empresas de todo tipo y tamaño. Con diferentes nombres, según la cultura de la empresa o del entorno. Reingenierías variadas, Reestructuraciones, implantación de todo tipo de Procedimientos y Sistemas, nuevos Modelos (comerciales, financieros), nuevas Estrategias (de mercado o de producto) son denominaciones de lo mismo, en español, en inglés o en cualquier otro idioma: Cambio, Procesos de Cambio.

 

En el mundo empresarial, es frecuente encontrar iniciativas que proclaman
la necesidad de hacer que las cosas cambien, cuando en realidad se trata de que
nadie sienta la necesidad de cambiar al máximo responsable.

¿Qué detona un proceso de cambio?

Cuando el empresario ve un fallo en un Departamento, tiende a buscar la solución inmediata al menor costo posible. Si se hubiese detenido a analizar las cosas con más detalle, quizá habría encontrado que un fallo similar se repite en todos los Departamentos de una misma Dirección y, parándose a observar un poco más, en todas las Direcciones de la Empresa. No debe dar más vueltas: lo que fallan son los cimientos.

 

Podía haberse ahorrado ese primer costo porque mientras no solucione los problemas de base, tirará el dinero tantas veces como celdas departamentales tenga su panal laboral. Ahí debe acometer un Proceso de Cambio.

 

Acudirá a una consultora global, a una especializada, a unos amigos o lo hará internamente. Pero deberá reconstruir el edificio empresarial empezando por los cimientos, no por el tejado.

¿Qué está prohibido cambiar?

Usted no quiere cambiar sus resultados de negocio: va a cambiar todo lo necesario para que no cambie su posición en el mercado o para mantener su posición personal. Aquellos que no se alineen con el cambio son los que deben sentirse inseguros. No los que cierren filas con usted.

 

Lo mismo sucede con los factores externos a la empresa que provocan el cambio, sean tecnológicos, de competencia, en las condiciones del mercado o por la crisis financiera. Más de lo mismo. Deberá cambiar todo lo que haga falta, tal y como decía Churchill: “A veces tengo que cambiar de chaqueta para seguir defendiendo las mismas ideas”.

¿Cómo iniciar un proceso de cambio?

El problema suele estar en el trecho que va del dicho al hecho. A veces aparece una zorra que dice que las uvas están verdes y nada se pone en marcha; otras veces se nombra guardabosques a un pirómano y el incendio es colosal; también hay algunas veces en que se toma la decisión correcta.

Mucho peor que no saber lo que pasa en la empresa
es no saber que no se sabe lo que pasa.

¿Qué se debe evitar?

La mayoría de las veces que se acude a soluciones estrictamente digital-dependientes, el fracaso está servido. Especialmente, cuando no van precedidas de un riguroso modelo conceptual que tenga suficientemente probada su eficacia y que, además, admita ser adaptado a la realidad operativa de la empresa.

 

Todos los procesos de cambio requieren identificar, previamente, las barreras que se interpondrán y su composición. Su dureza y resistencia dependerán de los materiales con las que están compuestas. Y los puede haber de origen personal, organizativo o cultural. Para hacer bien el trabajo, hay que elegir cuidadosamente las herramientas de derribo a utilizar, en función de todo ello y de las características de las personas que las levantan.

Tenga en cuenta que las cosas van a cambiar, con usted o sin usted.

Todos aquellos que ruegan a diario que se conserve el “status quo”, debieran caer en la cuenta de que lo único que asegurará que se queden cerca de dónde están y de forma parecida a cómo están es, precisamente, que levanten la mano para ofrecerse voluntariamente a derribar los obstáculos que dificultan el cambio. Están desaprovechando un futuro inmejorable porque la única certidumbre es el cambio mismo.

 

Eso les ayudará a mantener su invulnerabilidad. La de ellos y la de su organización. Incluso no importa que el giro sea de 360º si eso implica situarse en el mismo punto, pero en un plano superior.

En este momento histórico puede ser que estemos a las puertas de un cambio más profundo. Algunos creen que sistémico. No debe preocuparse por ello: siempre serán imprescindibles las personas que saben cómo hacer que lo que deba cambiar, cambie. Aunque eso suponga que no cambie nada esencial para ellos. Ahora debe elegir entre formar parte del problema o de la solución.

Ha acertado, por favor, cambie para asegurar su inmutabilidad.

por: Miguel Redondo | José Lati

Director General de Krea internacional

La ventaja competitiva que sí garantiza el éxito a futuro de una empresa es la basada en el cómo vende su organización comercial, las tradicionales y tan difíciles de conseguir ya no son suficientes.

consultor

¿Cómo ayuda un Consultor a un Ejecutivo?

¿Cómo ayuda
un Consultor
a un Ejecutivo

El que sabe hacer las cosas, las hace; el que no sabe, enseña a otros a hacerlas; el que no sabe enseñar, enseña a los que enseñan; y el que no sabe enseñar a los que enseñan se hace Consultor.

Ironías aparte, en los últimos años no hay prácticamente ninguna gran empresa que no esté desarrollando uno o varios proyectos de consultoría simultáneamente, con una o varias consultoras trabajando en su seno a la vez. Todas con objetivos diferentes. Y en todas aparecerá un Consultor o varios, inevitablemente.

 

No recuerdo la asignatura en la que en la Universidad se impartía la teoría y práctica de la consultoría. Quizá es porque no existía en ningún plan de estudios. Y, sin embargo, múltiples entrevistas, reuniones, presentaciones, análisis y tomas de decisión se acumulan en la agenda del Ejecutivo. Y siempre con un Consultor. A poco que se descuide, no le quedará tiempo para cumplir con su tarea principal: hacer que, en su Empresa, suceda lo que debe suceder.

¿Cuál es el rol del Ejecutivo?

El Ejecutivo es el que mejor sabe hacer las cosas, ergo es el que debe hacerlas. Siendo múltiples y continuos los cambios a realizar, en ciertos momentos se ve obligado a recabar ayuda externa para realinear su organización o sus herramientas de trabajo o sus productos y servicios o su cuenta de resultados o, en definitiva, su eficacia en cualquiera de los ámbitos que operan en su entorno competitivo.

“En un mundo donde la única certidumbre es el cambio mismo, el auténtico revolucionario es el que se opone al cambio”
Alvin Toffler

¿Cuál es el principal objetivo?

Y un Ejecutivo no es, precisamente, un revolucionario. Quiere el cambio, pero al servicio del resultado de negocio que debe lograr y que sólo cambia para aumentar. Por eso acude a la figura del Consultor externo, porque debe hacer ciertos cambios. Consultores internos ya tiene: los directivos a su cargo y él mismo.


Ejecutivo y Consultor son dos caras de la misma moneda: el cambio.

Un Equipo

Esto no significa que no pudiera ser él quien hiciese los saques de esquina y corriese a rematarlos de cabeza, pero no parece aconsejable. Aunque algunos lo intentan. A veces porque el cambio a realizar requiere de una experiencia inexistente en el seno de su Organización. Otras porque no le compensa el desgaste personal que va implícito en vencer las resistencias que genera el cambio.

 

En ocasiones porque necesita recibir en transferencia conocimientos, habilidades o herramientas que no posee. Y, como hay de todo, algunas veces se trata de cambiar 360º para que nada cambie, pero que no se diga que no lo intentó.

¿Cuál es el rol del Consultor?

Por todo ello, el Ejecutivo espera encontrar en el Consultor valores tales como:

 

a) La experiencia adquirida (los experimentos mejor con agua mineral) y los resultados logrados (en referentes válidos, por favor).

b) La capacidad de identificar los obstáculos que las personas van a poner (precedentes negativos: no, gracias) y de derribar las barreras que la Organización va a levantar para oponerse al cambio.

c) Unos medios externos enfocados al objetivo perseguido (ni él ni su equipo tienen ni tiempo ni recursos: sólo tienen presupuesto).

d) La independencia y libertad de criterio del Consultor (para cambiar las alas del avión en vuelo) que ya debe tener una buena comprensión general de su situación (el avión no puede detenerse) porque los resultados deben seguir fluyendo diariamente.

Qué vs. Cómo

La relación entre ambos es el canto de una moneda que tiene en su anverso al Ejecutivo (sabe qué quiere) y en el reverso al Consultor (sabe cómo hacerlo). Claro está que será muy difícil que esto suceda si el Consultor no es capaz de aportar dirección estratégica en la materia que el Ejecutivo necesita. Difícilmente podrá aportar algo de valor, más allá de la resolución puntual de un problema, si la relación no es más fuerte que las basadas en la conveniencia o en la confianza.

Qué hay que hacer, qué se quiere lograr y qué debe resultar al final,
sólo corresponde al Ejecutivo decirlo.
Es el dueño del “Qué”.
Pero no sabe cómo hacerlo.
Para eso está el Consultor, que es el propietario del “Cómo”.

El objetivo

Es imposible que el Ejecutivo mantenga una relación de este tipo con alguien a quien no considere su partner y esto exige que el Consultor tenga el foco puesto en el mismo lugar que lo tiene él (su mercado), sus clientes y sus resultados de negocio (dónde si no). La credibilidad del Consultor no se basa en lo que él diga de sus clientes (dudosamente ético) sino en lo que sus clientes digan de él.

a) La proactividad, proponiendo nuevas ideas y líneas de actuación corresponde siempre al Consultor, quedando reservado al Ejecutivo el papel reactivo: es quien debe decir Sí o No.

b) La actitud competitiva la marca el Ejecutivo, no el Consultor que es quien aporta las metodologías de trabajo.

¿Cómo se potencializan el Ejecutivo y el Consultor?

a) Tienen que compartir una misma visión del negocio, similares habilidades estratégicas y una fuerte orientación al trabajo en equipo con sus respectivos grupos de trabajo.

b) Es obvio que ambos tienen que perseguir los mismos resultados de negocio, porque comparten un mismo enfoque del cambio.

En estos tiempos, habría que invertir la vieja consigna y pedir “más palabras y menos hechos” precisamente porque para cambiar y empezar a caminar en la dirección equivocada es preferible no andar y permanecer inmóvil. Y eso sólo se puede resolver con unidad de acción, imposible sin unidad de pensamiento que, de entrada, requiere unidad de lenguaje. Lo dicho: palabras.

La claridad conceptual es la mayor y mejor aportación del Consultor. En un mundo tan digitalizado, hay que reivindicar que...

“la mejor práctica es una buena teoría”.

por: Miguel Redondo | José Lati

Director General de Krea internacional

La ventaja competitiva que sí garantiza el éxito a futuro de una empresa es la basada en el cómo vende su organización comercial, las tradicionales y tan difíciles de conseguir ya no son suficientes.