¿Cuál es el futuro empresarial?
Una de las principales preocupaciones de las empresas ha sido el encontrar las formas de alistarse para el futuro. Un rápido análisis de los retos empresariales de las últimas décadas ayudará a vislumbrar la relevancia de contar con especialistas para este trabajo de máxima trascendencia.
Preparándose siempre para el futuro
Las maneras de hacer consultoría en el futuro no tendrán los mismos formatos de hoy. Hagamos un poco de historia.
Productividad
Hace 60 años era la producción el eje de la actividad empresarial, absorbiendo cosechas enteras de ingenieros. Recordemos los “métodos y tiempos”, enfocados en incrementar la productividad, de ese futuro.
Ventas
50 años atrás había que vender lo que se fabricaba, pasando la hegemonía a los “comerciales” (ingenieros, economistas, abogados o trapecistas). Germinan las primeras técnicas de venta porque, para pensar en el futuro, era necesario vender más.
Líderes
Desde hace 40 años hay que fabricar lo que se vende, se inician las reconversiones y se impone la necesidad de cambiar la forma de mandar y dirigir, con la rápida sustitución de las áreas de personal por las de recursos humanos. Son momentos de gloria para los sicólogos, para el futuro por venir, hacían falta buenos directivos.
Eficiencia
Con estos antecedentes, y por lógica, en los pasados años 80 quedaba pendiente la asignatura de administrar tanto recurso ineficaz: surgen los “financieros”.
Sistemas
Con la sociedad de la información del fin de milenio, emergen los “tecnólogos” y quien no encuentre la tecla enter está perdido. Emergen las soluciones tecnológicas para incrementar la rentabilidad, del presente y del futuro. Hoy tenemos la integración de sistemas para mejorar la eficacia.
Con un desfase constante de varios años, las consultoras han nacido para curar, en el futuro, las
enfermedades empresariales creadas en su respectiva década anterior.
¿Cómo será el futuro?
En las sucesivas etapas, la presencia del asesor externo ha crecido de forma exponencial hasta generar hoy una oferta superior a la demanda. En poco tiempo hemos pasado de una situación en la que era raro no tener algún consultor dentro de la empresa, a la realidad actual en la que la presencia de consultores externos es prácticamente inevitable.
Un ejemplo sencillo
Cualquier ayudante de un médico dentista ve diariamente muchas caries y podría explicar, con los ojos cerrados, el material que usa en cada momento el doctor. Sin embargo, ninguno de nosotros permitiría que ese ayudante le suplantase trabajando en nuestra dentadura.
Sorprendentemente, el mismo empresario que gritaría aterrado al ver acercarse con las tenazas en la mano al ayudante del médico dentista, acepta encantado el asesoramiento de consultores que, no habiendo visto jamás a un cliente, ni habiendo hecho una venta en su vida, ni (lo que todavía es peor) habiéndola querido hacer jamás, han sido contratados para aportar soluciones en materias relacionadas con sus resultados comerciales del futuro.
Siendo esto grave, ya sería una locura que ese mismo empresario entrase en el quirófano de cirugía maxilofacial acompañado por el ayudante anterior, que todavía sostiene en sus manos las tenazas del dentista y se dispone a utilizarlas para extirparle un tumor ¡diagnosticado por él!
Esta dramática situación se da todos los días en la consultoría. Para asesorar hacen falta conocimientos, habilidades, experiencia, visión de futuro y actitudes de rango superior. Son imprescindibles herramientas sofisticadas y, además, hay que saber usarlas.
Categorías de consultoras
Si hacemos una lista de las consultoras que operan (por lo de las tenazas) en el mercado, podemos agruparlas en función del valor que aportan en cuatro grupos.
Globales
En primer lugar, están las grandes consultoras globales que todos tenemos en mente. Pueden trabajar en temas estratégicos (de futuro), y al mismo tiempo, con una gran corporación y con su máximo competidor. A nadie le importa demasiado.
Esto sucede porque venden la seguridad que da saber que tienen y seguirán teniendo una presencia global. Gozan de gran reputación y sus recursos humanos, técnicos y materiales son de la máxima calidad.
Si a eso le unimos una experiencia probada en diversas materias, anticipándose al futuro, en los mercados más importantes y con las mayores corporaciones del globo, tenemos su retrato completo. Da mucha tranquilidad que nadie haga reproches por su contratación ni por el importe de sus facturas, pero ese es otro tema.
Internacionales
En segundo lugar, vienen las consultoras internacionales. La mayoría han nacido al socaire de una gran corporación y con futuro definido; unas veces para exportar sus procedimientos y formas de hacer allende los mares, en otras para actuar a modo de comisarios políticos en sus “colonias” y, en algunos casos, para catequizar.
Lo anterior explica su nacimiento, pero la razón de su desarrollo hay que buscarla en sus vinculaciones con los poderes fácticos locales y en la ayuda que encuentran en sus representaciones diplomáticas.
Su contribución esencial a la Empresa que las contrata es, unas veces, avalar decisiones ya tomadas, acercando el futuro, y, en otras ocasiones, realizar bellas presentaciones en PowerPoint del conjunto de ideas recogidas entre los directivos del cliente, en caras y largas sesiones con grupos de trabajo, sobre la mejor forma de actuar. Al final suele quedar una pregunta en el aire: ¿cómo vamos a hacer todo esto? Eso ya es más difícil de contestar.
Tecnológicas
En tercer lugar, están las consultoras tecnológicas que aportan soluciones cada día más avanzadas (futuro). Hay mucha gente interesada en presentar los sistemas de información como la panacea. Negar su importancia sería estúpido, pero conviene no olvidar que siempre estarán al servicio de personas, no al revés.
Y para eso, antes hay que lograr que la gente sea capaz de verles utilidad personal (en el presente y en el futuro), que los procesos de trabajo sean los adecuados y que las personas quieran seguirlos. En definitiva, para que la Empresa pueda integrar los sistemas de información y de comunicaciones, obteniendo de ellos la máxima eficacia, es necesaria la ayuda del consultor (no de sistemas, sino consultor a secas: alguien capaz de aportar dirección estratégica). Y aquí aparece el eslabón más débil de la cadena.
El resultado final que algunas veces se obtiene es similar a la calidad del sonido de una grabación técnicamente perfecta, realizada a la banda de música de mi pueblo (cuyos integrantes podríamos asociar a músicos), que interpreta (según el gusto del director) la novena de Beethoven. Incluyendo los coros, ¡faltaría más! La partitura original viene de Alemania, pero el director de la banda trabaja durante la semana como ayudante del médico dentista.
Cualquier adaptación de la herramienta a las características y peculiaridades de la Empresa, de su mercado y de su estructura, de su presente y futuro, encontrará siempre a un consultor dispuesto a hacer los ajustes que hagan falta. Para eso lleva consigo todo el instrumental necesario: sus tenazas.
En cuarto y último lugar, las consultoras locales: cientos, más todos los free-lance: miles; que crecieron precipitadamente durante la pandemia y que lo seguirán haciendo en el futuro. Pueden ser generalistas, que lo mismo hacen la selección de secretarias que un plan estratégico; pueden ser especializadas o pueden ser ambas cosas, pues tienen la necesidad de facturar como cualquier otra Empresa.
Suelen contar desde su nacimiento con el apoyo y protección de alguna base de poder local. Las Pymes buscan en ellas todas las cualidades de los dos grupos anteriores, para bien y para mal. Su calidad es la de su líder y uno puede encontrar de todo.
Si llevan años en el mercado es porque lo hacen bien, de eso no hay duda. Porque si hay alguna actividad sometida a las leyes de la selección natural en su mercado, esa es la de este grupo de consultoras. Merecen todo el respeto, sobre todo por su ninguneo desde los tres grupos anteriores. Hay muchas razones para augurarles un buen futuro.
Para eso hace falta gente muy especial que no deja indiferente a nadie: los consultores.
La consultoría ha sido, es y será una actividad profesional (de futuro) que, por su naturaleza, lleva implícita la necesidad de aportar un valor que reside en personas de muy variada procedencia, experiencia y cualificación; sin posibilidad de regulación ni control, más allá de los mecanismos propios de cada consultora.
por: Miguel Redondo | José Lati
Director General de Krea internacional
La ventaja competitiva que sí garantiza el éxito a futuro de una empresa es la basada en el cómo vende su organización comercial, las tradicionales y tan difíciles de conseguir ya no son suficientes.