¿Cómo medir la eficacia comercial de su empresa?

Los resultados finales de la Empresa dependen
de la eficacia de cada una de las áreas que la integran.

 

¿Cómo medir la eficacia comercial de su empresa?

Eficacia

Me centraré en las que tienen hoy un mayor impacto en ellos. La contribución a la eficacia de cada área difiere según la actividad empresarial, entorno competitivo, situación socioeconómica y múltiples circunstancias relacionadas con el momento de su ciclo vital. Todas juegan su propio papel y, además, están interrelacionadas con las demás en su contribución a la eficacia. Pero las cuatro más importantes son: ventas, marketing, recursos humanos y sistemas. Desterremos algunos tópicos, antes de analizar su contribución a la ineficacia.

La eficacia en el área de Ventas

La eficacia comercial es la madre de todas las eficacias. Es en el resultado de venta donde convergen todas. Suele medirse en términos de cifra lograda respecto al objetivo perseguido. En él influyen otras variables, que no dependen del área comercial, como son: el precio y la calidad de lo que se vende o la facturación y el cobro (entre otras). Por esto no es la eficacia comercial lo que realmente se mide, sino la eficacia de la Empresa comercializando. La mejor forma de medir la eficacia  en la estricta gestión de venta sería analizar las veces que “donde se pone el ojo se pone la bala”.

El error más frecuente

Un error muy frecuente es pedir (y todavía peor: dar) más munición para ver si se acierta más. Algunos creen que, con nuevos productos, más mercado, mayor remuneración y mejores sistemas de información, en definitiva, con más oportunidades, el resultado aumentará. Pero yo aseguro que sólo habrá más tiros errados si antes no se ha mejorado la eficacia comercial.

La razón es simple: si alguien ya es ineficaz en un determinado ámbito, será mucho más ineficaz cuando éste se amplíe. Los penaltis deben ser lanzados por el más eficiente goleador, no por los que quieren meter un gol y necesitan realizar muchos lanzamientos para marcar alguno. Prescinda de ellos, antes de darles más oportunidades: multiplicarán la ineficacia de la Empresa.

La eficacia en el área de Recursos Humanos

En pocas áreas de recursos humanos se objetiva la eficacia, porque trabajan con intangibles tan etéreos como el clima laboral y con tangibles palpables como son las personas, pero tan difíciles de dirigir, capacitar, motivar y controlar. Así que, a veces, ni siquiera es conveniente hacer demasiadas mediciones. Aquí, de nuevo, aparecen otras variables ajenas que condicionan su eficacia, como la política salarial (nadie pensará seriamente que se establece desde esta área) o los resultados de negocio o el entorno laboral próximo o la situación socioeconómica.

La rotación deseada

Si hacemos caso del falso tópico por el que en estas áreas se custodia el activo más importante de la Empresa (sus personas) no habría mejor medidor de su eficacia que la comparación entre la rotación real y la deseada. A fin de cuentas, su razón de ser última es que permanezcan en la Empresa los mejores y la abandonen (voluntariamente) los peores.

Lo desconocido

En su teórica contribución a la eficacia, desarrollan sistemas de reclutamiento, selección y evaluación; planes de formación, de desarrollo, de carrera y de sucesión; sistemas retributivos y de incentivos. Y mil cosas más. Cuando lo hacen para la organización comercial, sin conocer el trabajo de un vendedor, sin visitar jamás a un cliente y, lo que es peor, sin comprender que su salario se paga con las ventas, la ineficacia está garantizada.

En la eficacia comercial, los sistemas retributivos no son para hacer justicia distributiva sino para discriminar. Si, como se supone, están al servicio de los objetivos de venta, unos deben ganar cada vez más dinero vendiendo y otro menos dinero no vendiendo.

He conocido mucho director general que elige personalmente los muebles de su despacho,
cuyo costo difícilmente superará el salario anual de un vendedor.
¿Cómo es posible que seleccione personalmente la lámpara de su escritorio y
delegue la selección de los que alumbrarán los resultados de negocio?

La eficacia en el área de Marketing

El término más impropiamente utilizado es “marketing”. De forma natural es el universo del que lo comercial es un subconjunto. El disparate típico es colocarlo como ente independiente de la venta y, no digamos, situarlo dependiendo de lo comercial. Algo así como si en el plano familiar las decisiones de dónde vivir, que educación dar a los hijos y cómo invertir los ahorros, no fuesen tomadas por los padres sino por los amigos de nuestros hijos (muchas veces menores de edad).

Suponiendo que esta aberración no exista, que es mucho suponer y si no repase la mayoría de organigramas, en esta área se encuentra el mayor potencial de contribución a la eficacia comercial. Porque lo del “ojo y la bala” anterior, depende de la calidad del arma que dispara y de la buena vista del tirador. Armas y visor que suministra Marketing y tirador que provee Recursos Humanos.

La información completa del mercado

En esta área se deben interpretar datos del mercado, por lo que muchos prefieren que sean manipulables. En ocasiones, en vez de servir a la eficacia comercial, están para dar más trabajo a la fuerza de ventas. La asignatura de la segmentación queda pendiente. Cuando cambian los criterios de compra, también deben cambiar los de venta y, por lo tanto, los de comercialización.

Esto obliga a agrupar a los “no clientes” de distinta forma. No hablo de los clientes, porque todo cliente es “no cliente” de algo. Hay una perversión, generalmente aceptada, en trabajar con la información de los clientes en vez de hacerlo con la de los no clientes, pero es más fácil. Además de más difícil, conocer al no cliente implica saber por qué no lo es. Y el riesgo de que las propias capacidades mercadotécnicas queden en evidencia es grande.

Con todo, el mayor problema está en el terreno del “catálogo”, cuando está enfocado a decir al vendedor lo que tiene que vender, en vez de a ayudarle a saber lo que el comprador quiere comprar. Qué valor demandan los compradores, dónde están, a quién hay que ir a contárselo, cuándo hacerlo y, sobre todo, cómo llevar a cabo todo ello, son las respuestas que deben darse desde mercadotecnia.

La eficacia en el área de Sistemas

Las áreas de Sistemas (de información y de comunicaciones) juegan un papel decisivo, por la revolución tecnológica que estamos viviendo. Aquí, el tópico hace que sólo los” iniciados” puedan juzgar su eficacia. Siempre en términos técnicos, jamás en clave de su aportación a las áreas usuarias a las que dan servicio (las tres anteriores, entre otras).

Curiosamente, la eficacia de las áreas de Sistemas, que sólo debiera ser medida por sus clientes internos, en función del servicio que reciben de ella, se mide (si alguna vez sucede) en términos técnicos: “se cayó el sistema”, “tenemos lo último”, “estamos integrando los sistemas corporativos”. Viven de cara a la tecnología y de espaldas a sus clientes internos: los usuarios, es decir, toda la Empresa.

La paradoja

La Empresa puede medir su eficacia comercial a través del cliente externo: son las ventas. La eficacia de los recursos humanos se mide en el valor que aportan las personas: es su desempeño. Y los medidores de la eficacia de marketing están fuera de la Empresa: en el mercado.

Es casi imposible ser eficaz comercialmente sin comunicaciones efectivas. Es difícil gestionar los recursos humanos sin conocer todos los datos que afectan a las personas. Es complicada una buena mercadotecnia sin información del mercado. Y todo ello, convenientemente tratado. Además, tiene que ser fiable, lo que exige fuentes de información veraces. ¡Ah! y en tiempo real.

En definitiva, los mayores enemigos de la eficacia están dentro. Son aliados gratuitos e involuntarios de la competencia, remunerados por la Empresa. Para qué preocuparse de los competidores si tiene al enemigo en casa.

por: Miguel Redondo | José Lati ​

Director General en Krea internacional

La eficacia comercial de una empresa se compone por la suma de sus áreas y no sólo por el desempeño de su fuerza de ventas.

vendedor en un speech

¿Cuál es el tipo de vendedor que necesita mi organización?

¿Cuál es el tipo de vendedor que necesita mi organización?

Sólo el necio confunde Valor y Precio.

vendedor en un speech

¿Cuáles son los tipos de vendedor que necesita mi organización?

Vender es satisfacer necesidades, tarea noble y muy digna. Si convenimos que el precio es lo que se paga y el valor es lo que se obtiene, una sencilla reflexión muestra que el comprador persigue pagar una cantidad inferior al valor y el vendedor cobrar una cantidad superior al valor. La frase “sólo el necio confunde valor y precio” ahorra muchas palabras. Es así desde siempre y para siempre. No forma parte de la nueva realidad.

El futuro del vendedor convencional

Vienen cambios dramáticos en el valor de las cosas. Si la economía se basa en gestionar la escasez, cualquier actividad relacionada con la salud o con el estado de bienestar amenazado o con la necesidad de entretener a millones de desocupados o con alimentar a los que desean comer carne (que será sucedánea de algo peor, pero más barato) encierra oportunidades desconocidas por ilimitadas.

La actividad empresarial capaz de adaptarse a esta revolución industrial sobrevenida estará basada en aportar el valor que su mercado actual o potencial demande. Un fenómeno global con soluciones locales. Las actividades de venta con intervención personal se reducirán. O es capaz de generar demanda a través del valor que aporte o su actividad de venta desparecerá. Siempre podrá fabricar para que otros aumenten su rentabilidad, pero su empresa entrará en “cuidados paliativos”. La venta convencional está obligada a sucesivas mutaciones no siempre posibles.

Para asimilar la rotundidad de estas aseveraciones hay que relatar brevemente la situación real de la venta hoy, derivada de su ayer. Empecemos por la puerta de entrada al mundo de la venta traspasada por muchos Directores Generales actuales, por la mayoría de los Directivos Comerciales o Jefes de Ventas y por muchos mandos intermedios (supervisores, gerentes o jefes de equipo) que, un poco antes, quizá fueran ejecutivos de cuentas tras ser simples vendedores.

Los 4 tipos de vendedor

Tipo de vendedor Principiante o Nivel I

A señalar que nadie mostraba una tarjeta suya con la palabra “vendedor” junto a su nombre. Socialmente, la venta no tenía un gran reconocimiento. Eran principiantes o nivel 1. Permanecían en ese nivel unos meses (o 5 años, en realidad 5 veces repitiendo curso).

Otros abandonaban por iniciativa propia o empujados amablemente. En esta experiencia inicial, el principiante intentaba que alguien se prestase a escucharle y algunas veces hasta llegaba a sentarse con él para hablar. Aspiraban a no ser maltratados por el cliente y, con suerte, que alguien les hiciese un pedido. Las veces que esto sucedía se podían contar con los dedos de una oreja. Nadie recordaba su nombre y muchos interlocutores se despedían sin lograr saber qué era lo que vendía.

Tipo de vendedor Cazador o Nivel II

Los más afortunados o más tenaces o más desesperados que pasaban de nivel, ya con mesita y silla, gastaban mucha suela de zapato prospectando. Eran “cazadores” o nivel 2. Todo lo que tenía pulso, respiraba y latía era su objetivo. La rentabilidad de la venta, la competencia y los deseos del cliente eran irrelevantes. El cliente confiaba por una vez (probablemente la última o porque tenía prisa), el vendedor conseguía sus regalías… y hasta nunca.

Tipo de vendedor Agricultor o Nivel III

Ni principiantes ni cazadores tenían hueco entre los “agricultores” o nivel 3. Con una cartera de clientes asignada, su trabajo era aumentar su penetración en el cliente, incrementar su facturación. Su aportación radicaba en mantener clientes con un mínimo grado de satisfacción. Tenían una relación parasitaria con el cliente. No aportaban valor y el sueño de la Organización era que algún día estableciesen un partnership con algún cliente, pero nadie sabía muy bien en qué consistía. En ese momento, debían llegar al MAN caracterizado por tres atributos: Money, Authority y Need. Aunque parezca que estoy hablando del siglo XIX la mujer no existía en la actividad comercial y menos en funciones directivas hasta los años 80.

Las relaciones basadas en aportar dirección estratégica al cliente, contribuir a su rentabilidad, bloquear a la competencia y mantener una relación (simbiótica) al máximo nivel y a largo plazo, eran potestativas del máximo nivel ejecutivo que detentaba poder y privilegios, construyendo techos de cristal por toda la estructura organizativa.

Tipo de vendedor Consultor o Nivel IV

En la nueva realidad de la venta, estos son los rasgos del perfil  que debe tener el único vendedor posible; habilidades estratégicas (más allá de las tácticas), visión de negocio (más interesante para el cliente que conocer lo que compra), orientación al resultado (más que a la tarea), proactividad competitiva (más que reactiva), trabajo en equipo (francotiradores, no gracias), ascendencia sobre personas (influyentes), uso de herramientas eficaces (ocurrencias, no gracias), metodologías y sistemas de trabajo (no caos) y, sobre todo, capacidad de adaptarse a los cambios (no a mantener el confort). Así va a ser el vendedor en la nueva realidad, “consultor” o nivel 4. Por supuesto, vaya pensando en cambiarle el nombre de su posición .

La venta de valor añadido con el foco en la rentabilidad del cliente (presente y futura), la relación de confianza, la capacidad de dar soluciones y, sobre todo, la aportación de dirección estratégica, llevan a dominar al cliente. El único futuro de la venta.Pero hay que encontrar el talento requerido. No lo busque en las grandes corporaciones, que pueden resistir sin graves daños a incompetentes que destruirían cualquier empresa mediana en poco tiempo. Tampoco se deje seducir por las grandes fábricas de vendedores, que tratan de perpetuar sus modelos del ayer, resistiéndose a introducir los cambios que impone la nueva realidad. Búsquelo en las ingenierías superiores de carácter técnico. No se le ocurra darle “cursos de formación” que su talento rechazará. Prepare un plan de “entrenamiento” a medida. En ambos casos, prohibiendo la intervención de los mediocres fracasados que sobreviven en sus áreas comerciales y de recursos humanos o en consultoras “low cost” o en ex directivos. Selecciónelo Ud. personalmente..

Por dónde empezar

Por favor, recuerde que el mediocre (para sobrevivir) tiende a rodearse de personas aún más mediocres. El talentoso se sentirá repelido y abandonará. Si la persona tiene talento no aguantará ser tratado como menor de edad principiante, ni que le hablen de las bondades de la caza. Tampoco sueña con que su talento le permita ser agricultor. Y lo último que deseará es “ser de mayor” como sus preparadores. Ponga al frente de sus pasos iniciales al mejor recurso humano del que disponga. Un rasgo muy acusado del talento es su fino olfato para saber dónde va a querer crecer profesionalmente. Lo normal es que no lo encuentre en su empresa, porque el talento atrae al talento y al mediocre le espanta. Será una inversión rentable, pues el talento reduce tiempos y costos.

La demanda de talento hoy es máxima, la facilidad para identificarlo es mínima y la capacidad de retenerlo pasa por el cambio a la nueva realidad: eliminar los techos de cristal, captar talento no viciado por actividades comerciales ya superadas y entrenarlo en las herramientas que necesita desde el primer día como “key account manager”. Su talento hará el resto.

Las nuevas habilidades

¿Por qué ser Superior Comercialmente?

La ventaja definitiva reside en “cómo venden” las empresas, más allá de “qué venden”.

El tipo de vendedor ideal

El talento ya trae incorporada la digitalización, el avance tecnológico, las herramientas en red, comunicaciones y sabe el rol de la inteligencia artificial y el big-data al servicio de una buena Dirección de Mercadotecnia.

La necesidad de vendedores convencionales (1-2-3) es inversamente proporcional a la capacidad mercadotécnica. Su existencia sólo se justifica por carencias mercadotécnicas inevitables, con un elevado costo, sin contar costos de oportunidad.

Cuando inventemos usted y yo un camión que consume agua como combustible, no necesitaremos ninguna fuerza de ventas. Basta con que desde mercadotecnia nos proporcionen cuatro datos: número de camiones que hay en el país, sus propietarios, su localización y su utilización. Ni siquiera necesitamos saber su grado de satisfacción actual. Eso sí, necesitamos que todos ellos tengan nuestro número de teléfono. Atenderá su llamada un tomador de pedidos, no un vendedor.

por: Miguel Redondo | José Lati ​

Director General de Krea internacional

Existen cuatro diferentes tipos de vendedor y sólo uno de ellos posee las características de perfil suficientes para lograr los resultados comerciales de cara a la nueva normalidad.

mascara empleados en la nueva normalidad

¿Cuál es el principal desafío en la nueva normalidad ?

mascara empleados en la nueva normalidad

¿Cuál es el principal desafío en la nueva normalidad ?

Las pandemias han vivido con nosotros desde que salimos del agua.

NUEVA NORMALIDAD

Empezamos mal. Algo así como “la noche soleada” o “la predicción del pasado”. Si alguien cree que el futuro va a ser “normal” confunde el deseo con la realidad. Intentará cambiar 360º para que nada cambie, aunque la realidad le aconseje girar 180º y continuar avanzando. La única certidumbre es el cambio mismo, pero nadie sabe cuándo aparecerá el próximo cisne negro (11-S, Brexit, Covid-19) ¿Nueva realidad? Sí, pero desconocida.

La nueva normalidad para las personas

Sabemos que con un 5% de la población mundial trabajando, la humanidad puede producir hoy todos los bienes y servicios que necesita. Bueno… con el 6% (si eso le tranquiliza). Así que en unos años habrá que alimentar, educar, entretener, cuidar… y controlar al 90% restante, ¿normalidad? El 60% de las profesiones que existan en 20 años, hoy son desconocidas ¿normalidad? Mejor no sigo.

empresario al vender en una reunión nueva normalidad

Muchas cosas cambiarán, excepto el ser humano. Los “buenistas” esperan, tras confinamientos, mascarillas, investigaciones, avance científico y la ansiada vacuna, que el ser humano sea mejor y la sociedad cambie para bien. Es posible que algunos llevemos las manos limpias, pero poco más. La razón es sencilla: envidia, avaricia, ira, soberbia, pereza, gula, lujuria y otros venenos (virus) vienen de serie, los traemos de fábrica. Las bacterias eran ignoradas hasta que Pasteur averiguó a qué dedicaban su tiempo y los virus eran casi invisibles hasta que Koch se empeñó en vencer al carbunco y, más tarde, la tuberculosis, pero ya existían. Las pandemias han vivido con nosotros desde que salimos del agua.

Cuando ya somos homo sapiens-sapiens (supuestamente) sabemos que ciertas cosas son más probables que otras. Por ejemplo: los ricos serán más ricos y los pobres más pobres. Esta afirmación es muy incorrecta políticamente, pero no pienso dedicarme a la política. 

La nueva normalidad para las empresas

Siempre habrá Organizaciones orientadas a la obtención de resultados para crecer y multiplicarse. Su desarrollo vital dependerá de que en sus mercados haya necesidades que ellos puedan satisfacer. Bueno, pues en el mundo empresarial, a eso todo el mundo lo llama vender. Pero la palabra vender, que describe el trabajo de quien nos entrega los tickets del cine, es la misma que se utiliza para definir el trabajo de un vendedor de oscilógrafos de gases. Su función, perfil, trabajo, herramientas… y salario (así como su carrera profesional) ¿son similares a los que encontramos en la taquilla del cine? Las máquinas expendedoras aceleran al cambio, pero la venta de un intangible llamado valor ¿seguirá requiriendo el perfil y la gestión que los tópicos (viejas anormalidades) impregnan la venta actual?

No. Sin embargo, siendo importante encontrar respuesta sobre lo que se debe hacer, antes hay que plantear las preguntas que uno mismo debe responderse. Con las respuestas acertadas, lo que usted debe hacer que suceda en su empresa “es fruta madura”. Sucederá. Antes o después “caerá del árbol”. Con usted al frente o no.

El principal desafío, invisible y resistente

Si va a seguir leyendo, tengo que advertirle del mayor obstáculo que encontrará para hacer cambios. Es recomendable que pueda reconocer su presencia para sortearlo. Por su trascendencia y potencial impacto debo adelantar su descripción. Estoy hablando del TECHO de CRISTAL.

El Techo de Cristal

Es un concepto nacido en USA (años 70) en el ámbito laboral, que hemos desarrollado de forma exhaustiva en múltiples entornos, desde hace 30 años, con gran éxito. Hoy constituye la materia prima de múltiples herramientas y sistemas de trabajo que utilizamos en los procesos de cambio de nuestros clientes. Ahí va una somera descripción:

techo de cristal referencia a termino nueva normalidad

El Techo: Invisible

Cuando cualquier organización decide implantar cambios (cualesquiera que sean su naturaleza y dimensión) es frecuente encontrar resistencia interna. Ante cualquier cambio de sistemas y/o procedimientos de trabajo, las personas y organizaciones levantan barreras que dificultan el tránsito para recorrer el “trecho que va del dicho al hecho”.  Además, están los escombros no retirados de derribos anteriores, en intentos fallidos.

Casi nadie opone resistencia a cambios verbalmente propuestos y/o documentalmente presentados. El papel lo aguanta todo (a la vista está). Ni siquiera hay dificultades para lograr el compromiso de apoyo a un proceso de cambio. De ahí la utilización de la palabra “TECHO” como sinónimo de barrera. Invisible, pero muy poderosa.

Su dureza y resistencia son reforzadas por las personas que se oponen al cambio, por áreas organizativas indiferentes o privilegiadas y por quienes, creyendo sinceramente en su necesidad, encuentran las primeras dificultades y se sienten incapaces de vencerlas por sí mismos. Pronto perderán la fe en su Organización y la esperanza de un futuro mejor porque “cuando uno no puede hacer nada por sí mismo, tiende a juntarse con otros para decidir que tampoco pueden nada juntos”.

De Cristal: Resistente

Por su naturaleza virtual nadie ve el techo y pocos intuyen su existencia. Ni siquiera creen que exista o que constituya un obstáculo real. Aún menos cuando son inducidos a visualizar lo que hay al otro lado del techo con vistas seductoras. Por eso los interesados en ocultar su existencia se afanan en mantenerlo limpio y pulido. Sin embargo, cuando en la práctica operativa aparecen dificultades para introducir cambios, los mejor predispuestos son los primeros damnificados al golpearse con una barrera cuya existencia desconocían. Golpe más dañino cuanta más energía pongan en derribar algo intangible, pero muy duro. De ahí la utilización metafórica del CRISTAL.

Todos los que han comprobado la existencia del techo de cristal en carne propia y que todavía están recuperándose de las heridas sufridas al estrellarse contra él, pasan a engrosar las filas de los escépticos con la iniciativa de introducir los cambios que la nueva realidad impone. Muchos adoptan actitudes de indiferencia ante el cambio, otros de escepticismo o incredulidad y algunos deciden oponerse frontalmente (engreídos por su influencia, por la autoridad conferida o por su ignorancia). En consecuencia, aumentan las dificultades para avanzar y disminuyen las probabilidades de éxito.

El reforzador

Pero eso no es todo. He guardado para el final el obstáculo más importante y difícil de resolver. Además, omnipresente. Se lo mostraré ahora mismo, pero rogándole antes que no dispare al mensajero. Sólo soy el repartidor de mensajes.

Cuando una persona alcanza una determinada posición en su Organización, lo normal es que la haya logrado operando con éxito en un entorno profesional que conoce bien y en el que goza de prestigio. Tenía los conocimientos, habilidades y experiencia que le han permitido escalar hasta la posición que ahora ocupa y se siente legítimamente orgulloso. El único camino que conoce para llegar al éxito es el que ha seguido él mismo, luego es comprensible que trate de clonar en su entorno los comportamientos que le han llevado al éxito. Ahí está él para avalarlo.

El problema es que su perfil puede no ser el idóneo para el futuro que viene, pero él todavía no lo sabe. Cuando perciba el cambio como una amenaza, se opondrá a él. Hará proselitismo predicando su experiencia. La inseguridad que le produce no saber si será capaz de seguir teniendo éxito rodeado de novedades por todas partes, es natural. La amenaza es tan fuerte que su resistencia es lógica.

La respuesta no está dentro

Por esa razón, la oposición a los cambios necesarios para enfrentar la nueva realidad no se localiza en los niveles más bajos de la organización, sino en los más altos. Y cuando la oposición viene del máximo nivel ejecutivo… fin del proceso y adiós al cambio. La fruta la recogerán otros.

Podemos concluir que un proceso de cambio a la nueva realidad debe ser auspiciado, apoyado y tutelado por los integrantes del comité ejecutivo, pero no diagnosticado ni diseñado ni planificado ni implantado ni monitoreado ni evaluado con recursos internos. Están rodeados por múltiples techos de cristal, contaminados por su propia experiencia e intoxicados por la inseguridad sobrevenida.

¿Cuáles son los tipos de vendedor que necesita mi organización?, el próximo artículo explica cómo.

La nueva realidad exigirá “cambiar las alas del avión durante el vuelo”.
Los consultores estamos para lo importante (cambiarlas), y
los directivos para lo urgente (lograr resultados de negocio mientras sigue volando).

por: Miguel Redondo | José Lati ​

Director General de Krea internacional

El principal desafío para las empresas ante la nueva normalidad es invisible, de una resistencia extraordinaria y lo más grave: vive y crece dentro de ellas.