Estrategia y Eficacia, medidas del éxito empresarial

El éxito empresarial es el resultado de dos componentes: 1) el nivel de eficacia que se pretenda conseguir y 2) la estrategia que se conciba para lograrla.

¿Cuál es la dificultad?

La abstracción contenida en cualquier concepto dificulta su comprensión y facilita una divulgación sesgada. En el mundo en el que vivimos, parece como si la eficacia se lograra hablando de eficacia y la estrategia hablando de estrategia. Sobre todo, cuando los que más hablan de ellas son los que las impiden. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”. Es un clásico.

Los ejecutivos realmente interesados en la eficacia la objetivan rápidamente hablando de rentabilidad, crecimiento, valor añadido, resultados, futuro, mercado, ventajas competitivas… Todo ello se describe con cifras y datos concretos, no con palabras que se lleva el viento.

Ingenuidad

Un error muy frecuente y poco recomendable es acudir al “ejemplo” como recurso fácil. Componer música, como abstracción máxima, está al alcance de muy pocos. Conviene recordar que la escasez de capacidad ejemplificadora induce a la deformación del concepto y, finalmente, a su adulteración: estrategia. La música actual es un buen ejemplo.

Inocencia

Hace dos mil años, un político romano sostenía que la libertad se basa en hacer lo que se debe hacer. Hoy (y para más gente cada día) ser libre consiste en hacer lo que uno quiere. Falso. Ya lo era en la Roma de Tácito y aún no tenían televisión ni internet ni un bombardeo diario de noticias, ni siquiera “fake news”. Cada día es más difícil distinguir la verdad de la mentira, la información de la desinformación, la eficacia de la ineficacia… y los deseos de la realidad. ¿Queda alguien ahí fuera que de verdad crea ser libre?

Basta recordar los momentos inolvidables que hemos vivido escuchando el silencio de muchos, las mentiras de otros muchos más y las sugerencias grotescas que todos conocemos.

El éxito empresarial

Todos los caminos llevan a Roma, pero unos lo hacen mejor que otros: eficacia. Cómo llegar a tiempo, viajar más cómodo y seguro… determinarán la mejor estrategia para viajar o para no salir de casa. La estrategia se escribe siempre en gerundio.

 Vivimos malos tiempo para la salud, la libertad (de movimientos), la lírica y… ¡el pensamiento estratégico! Justo cuando más lo necesitamos. Un plan no es nada, la planificación siempre aporta valor y la planificación estratégica lo es todo.

Estrategia

Para cada objetivo todo el mundo tiene una estrategia. Pocos saben que la palabra “estratega” proviene del griego para designar al “general” que planifica la actuación de sus tropas antes de la batalla (para ganarla, claro). Tampoco hace falta que sea greco parlante. Lo que necesita es saber cómo actuar para derrotar al enemigo. ¿Quizá derrotando la estrategia del enemigo? Este triunfo es el objetivo (qué se quiere lograr). Una meta inalcanzable sin saber “cómo” actuar para llegar. Es decir, la estrategia.

Nunca sopla viento favorable para quien no sabe a qué puerto se dirige y, en consecuencia, suele llegar… a ninguna parte. No se trata de tener una estrategia cualquiera, sino de tener una estrategia ganadora.

Eficacia

Es ingenuo pensar que la clase dirigente empresarial viene vacunada de fábrica contra un virus que nadie considera pandemia. Pero puedo dar fe de que el virus de la ineficacia es más contagioso y extenso en el mundo empresarial que, en el político, que ya es decir… Además, no existe vacuna: ni la hay, ni se la espera. Todo ello sin contar con la multitud de asalariados “negacionistas” (ignorantes, desinformados,  antisistema o sin eficacia).

En resumen: la falta de eficacia  viene de serie en todos los modelos de negocio, en todas las Empresas, actividades y recursos, de cualquier naturaleza, creados por el ser humano.

La falta de eficacia  empresarial es sancionada por el mercado y la pagan todos los integrantes de la empresa (incluidos sus clientes…) hasta que dejan de serlo. Unos engrosando el paro y otros la competencia.

Conclusión

El éxito empresarial no se basa en principios democráticos, sino en la contribución a la eficacia de las personas que integran la Organización. Todo responsable, que además del cargo merezca el adjetivo, deberá fomentar la eficacia de cada uno de los componentes de su organización. Con la estrategia correcta , contribuirá a reducir costes improductivos (grasa indeseable) y a desarrollar músculo (competitivo y deseable). Aumentará cada día la velocidad del cambio y acelerará sus procesos de mejora. Sólo necesita talento.

“Todos nacemos iguales, pero es la última vez que lo somos”

(Abraham Lincoln)

por: Miguel Redondo | José Lati ​

Director General en Krea internacional

El éxito empresarial es el resultado de dos componentes: 1) el nivel de eficacia que se pretenda conseguir y 2) la estrategia que se conciba para lograrla.